Especialistas aseguran que no existen emociones buenas o malas, todas son iguales, forman parte de nuestro ser, pero es necesario aprender a lidiar con ellas
Desde pequeños aprendemos que hay dos tipos de emociones: las positivas como la alegría o el amor, las cuales podemos expresar de manera segura, libre y abierta; pero ¿qué pasa con las negativas, como el enojo o la tristeza?
Los niños aprenden, erróneamente, que se trata de emociones “malas” que deben reprimirse, porque en cuanto empiezan a expresarlas, a través de berrinches o gritos, generalmente los adultos se muestran incómodos e intolerantes.
La realidad es que los pequeños crecen sin aprender la inteligencia emocional, que les permita manejar adecuadamente este tipo de sentimientos, de hecho, muchas veces, ni siquiera saben identificarlos, mucho menos qué hacer con ellos.
Los especialistas señalan que es importante enseñar a nuestros hijos maneras adecuadas de expresar esas emociones consideradas “negativas”, sin lastimarse a sí mismos o a otros.
Es válido sentirse así…
La primera recomendación es enseñarle a nuestros niños a identificar lo que están sintiendo, validando esas emociones, con frases como “entiendo que estás enojado porque perdiste en el juego”, “comprendo lo frustrado que te sientes, por no poder ir a la fiesta” o “entiendo que te sientas triste porque no pudimos visitar al abuelo”.
El siguiente paso, será ayudar al pequeño a expresar sus sentimientos, sin criticarlo, por el contrario, generando confianza para que hable libremente de ellos.
Es importante mostrarle técnicas al pequeño para que exprese su enojo, tristeza o frustración, a través de un dibujo, rayando una cartulina o arrugando papeles que no son de utilidad.
Debemos establecer reglas claras, que sepa que puede expresar su enojo e ira, pero sin dañar a otros, ni dañarse a sí mismo.
En caso de berrinche, recomiendan acompañar al niño, permanecer junto a él cuando llora, validar la emoción y estar pendientes de que no se haga daño o corra algún tipo de riesgo.
Identificar el sentimiento es clave
No se deben minimizar los sentimientos porque frases como “no pasa nada” o “no duele, deja de llorar”, que comúnmente escuchamos cuando un niño sufre una caída o un accidente, son una negación de lo que el niño está experimentando.
Tampoco se debe evitar la frustración por algún acontecimiento, lo mejor, es identificar juntos el sentimiento y enseñarle cómo enfrentarlo; de esta manera crecerá en madurez y se convertirá en un adulto emocionalmente sano.
Como en todo lo relacionado con la educación de los hijos, el mayor aprendizaje lo obtendrán de lo que ven en casa. Si nosotros, como adultos somos capaces de manejar nuestros sentimientos adecuadamente, ellos también lo harán.